La diabetes tipo 2 es otro de los diagnósticos frecuentes, con una prevalencia cercana al 27 %. Se trata de una enfermedad silenciosa que, si no se controla, puede provocar daño renal, pérdida de la visión o complicaciones circulatorias. A esto se suma el dolor crónico, presente en uno de cada cinco adultos mayores, muchas veces derivado de artrosis o problemas musculoesqueléticos, que limita la movilidad, la independencia y la calidad de vida.
La salud mental también se ve afectada. Aproximadamente un 14 % de las personas mayores en Chile presenta síntomas de depresión, mientras que los cuadros de ansiedad, deterioro cognitivo y soledad están en aumento, especialmente entre quienes viven solos o tienen redes de apoyo débiles. El Alzheimer y otras formas de demencia también preocupan, especialmente en sectores rurales donde el acceso a diagnóstico y tratamiento especializado es limitado.
Además, las caídas representan una de las principales causas de hospitalización en este grupo etario. Muchas veces ocurren en el hogar y están vinculadas a la pérdida de masa muscular, visión deficiente o entornos poco seguros. Este tipo de accidentes puede desencadenar fracturas, pérdida de autonomía e incluso la muerte.
La desnutrición y la inseguridad alimentaria son problemas crecientes, con más del 30 % de los adultos mayores en riesgo nutricional. Factores como pensiones bajas, dificultades para acceder a alimentos saludables y la falta de apetito relacionada con enfermedades crónicas agravan la situación.
Frente a este panorama, expertos en salud y envejecimiento coinciden en que es necesario reforzar la prevención, mejorar el acceso a atención geriátrica especializada y fortalecer las políticas públicas enfocadas en este grupo. El desafío no es solo vivir más años, sino hacerlo con salud, dignidad y autonomía.